Apalancamiento financiero: operación para revalorizar inversiones
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¿En qué consiste el apalancamiento financiero?

El apalancamiento financiero ha sido un concepto que sonaba abstruso a numerosos particulares. Un concepto que relacionaban, sobre todo, con la macroeconomía; y, por lo tanto, les parecía lejano.

Sin embargo, se trata de una fórmula económica con la que están más familiarizados de lo que pensaban. Una alternativa que muchos de ellos pueden haber utilizado y funciona según unas pautas que conviene conocer. A continuación, se repasan las claves fundamentales del apalancamiento.

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Un repaso a los criterios sobre los que se estructura el apalancamiento financiero

El apalancamiento financiero, como otros movimientos propios de la economía, cuenta con unas variables de operación sistemáticas y recurrentes, lo que lo hace reconocible y posibilita que siga unas reglas propias. Las circunstancias de cada coyuntura son los elementos que cambian y propician resultados diferentes en cada una de las operaciones.

El uso del lenguaje en la denominación de este concepto es, por tanto, intencionado, puesto que este movimiento financiero se basa en hacer palanca. El instrumento que sirve, por otro lado, para hacer de palanca es la deuda, que debemos controlar utilizando distintos kpi financieros. A grandes rasgos, el apalancamiento constituye la utilización de deuda para incrementar el capital propio y, en este sentido, poder realizar una inversión superior. Una inversión más alta, que, lógicamente, propicie ganancias más cuantiosas.

Por otra parte, esta definición podría parecerse en exceso a la de una operación en la que se solicita un crédito para invertir esos fondos. La diferencia estriba en que la deuda a la que se recurre en el apalancamiento tiene el objetivo de lograr una rentabilidad que ya se ha calculado anteriormente y para que la que esta aportación resulta imprescindible. Por consiguiente, los beneficios se han de logar a partir del dinero prestado.

Se trata, básicamente, de una operación financiera mixta, dado que en la inversión se emplean fondos propios y prestados. Vale la pena, de todas formas, ponerse en el contexto relativo a cómo se suelen negociar y acordar estas operaciones.

Cuando se necesita dinero que va a prestar un intermediario, es normal que este solicite una proporción de los fondos que van a ser invertidos. De esta manera, se cubre ante las posibles pérdidas que pueda ocasionar la operación. Un ejemplo permite comprobar qué tipo de operaciones suelen encajar en la fórmula del apalancamiento.

Una de las paradigmáticas es la caracterizada por la disponibilidad de un dinero para invertir y unas expectativas de consecución de la rentabilidad del 15 % en un plazo de tiempo determinado. Si se dispone de 10.000 euros para la operación, las ganancias alcanzarían 1.500 euros en el intervalo de tiempo en cuestión. No obstante, si, merced a recurrir al dinero de un prestamista, la inversión pudiera llegar a 100.000 euros, los beneficios ascenderían a 15.000 euros. Como se puede constatar, el incremento de la inversión se ha multiplicado por diez. De esta capacidad multiplicadora de la inversión y la ganancia proviene esa denominación asociada a los efectos que posibilita una palanca.

La ratio de apalancamiento, por su parte, constituye el indicador clave de esta clase de operaciones. Es fundamental, en este sentido, que, a la hora de aceptar un préstamo para una operación de apalancamiento, los intereses a pagar no acaben por costar más dinero que el que se va a obtener en el caso de que la operación sea culminada con éxito.

¿Compensan las operaciones de apalancamiento financiero?

En relación con los ejemplos que se han citado antes, conviene tener la cabeza fría a la hora de plantearse este tipo de operaciones. Resulta evidente que unas expectativas de multiplicar las ganancias que se pueden obtener en una inversión resultan muy tentadoras y, de no hacerse, es posible que se sienta el arrepentimiento propio de estar desaprovechando una ocasión de conseguir nuevos fondos.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que cada euro que se apalanque en estas operaciones con expectativas positivas puede convertirse, con los mismos efectos multiplicadores y en caso de que no se cumplan las previsiones, en una pérdida. En consecuencia, no es preciso recordar los problemas que esta coyuntura ocasionaría, dado que no se dispondría de dinero para pagar el préstamo solicitado, con las nefastas consecuencias que esta circunstancia comportaría. No en vano, los prestamistas, en cuanto observan que la operación puede perjudicarles, incrementan sus solicitudes de fondos de garantía e incluso se reservan la posibilidad de cancelar la operación.

Así que hay que calcular hasta qué punto puede interesar un apalancamiento, puesto que supone una operación que conlleva riesgos. En este sentido, vale la pena participar en fondos de inversiones, dado que se dispondrá de más información a la hora de planificar estas operaciones y se diversificarán los riesgos que puedan significar. Contar con información de mercado privilegiada resulta fundamental cuando de emprender un apalancamiento se trata.

En definitiva, el apalancamiento financiero puede convertirse en un movimiento económico rentable, pero solo se recomienda cuando se tenga la certeza de que la inversión podrá revalorizarse.

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